Os voy a contar el día que mi cuñada me pilla en la ducha…
Estábamos en vacaciones en casa de los padres de mi novia. Durante las mañanas, todo el mundo salía a trabajar, menos mi cuñada y yo. Ella salía todas las mañanas a correr y yo me quedaba en casa ganduleando un poco.
Mi cuñada está realmente buena. Tiene el pelo liso y rubio, unas tetas más bien grandes y firmes y un buen culo.
Una mañana, me levante como otro día cualquiera, desayune relajadamente, me tumbé en el sofá a ver la televisión y me quedé dormido. De repente me despertó un portazo. Mi cuñada había llegado.
Llevaba un top muy apretado, en el que se notaban bastante bien sus pezones y unos pantalones cortos que se le quedaban por la mitad del culo.
Tal que así:
– ¡Buenos días!- dijo.
– ¡Buenos días!- le respondí medio dormido.
– ¡Uf! ¡Qué calor que hace! Estoy chorreando, voy darme una ducha. ¿Necesitas entrar antes al baño?
– No, no, tranquila. Puedes ducharte sin prisa – le dije.
Antes de ir a la ducha, mi cuñada se sentó en un sillón a quitarse las zapatillas y los calcetines, que estaba situado enfrente del sofá donde yo estaba tumbado. Mientras se descalzaba, no pude evitar fijarme entre sus piernas, en esos pantalones tan pegados que se le notaban perfectamente los labios de su vagina.
Primero sus pezones y ahora su vagina… Me estaba excitando bastante. Por suerte, antes de que me empalmara, mi cuñada se fue a ducharse.
Cuando oí cerrarse la puerta del baño, me acerque a espiarla en la ducha, aprovechando que la puerta es un poco antigua y por el marco se puede ver el interior del baño. La vi como puso la radio y se quitó la camiseta y el sujetador, dejando al descubierto sus pechos blanquitos, redondos y duritos, que casi no se movían.
Se acerco a la bañera y encendió el agua, agachada de espaldas a la puerta, con esos pantalones cortos ajustados que se le metían por la raja del culo.
Yo ya tenía la polla durísima y me estaba apretando en los pantalones.
Por último, se quitó los pantalones cortos y acto seguido sus bragas. Ahí estaba ella, desnuda con su coño peludito pero recortado al descubierto, apunto de entrar a la ducha. Se volvió a agachar para comprobar la temperatura del agua y pude ver como su culo se abría viscosamente por el sudor, dejando ver su coño baboso.
Entonces ya no aguanté más. Saque mi polla erecta y comencé a pajearme viendo cómo se duchaba. No quería correrme porque no tenía con qué limpiarme, así que cuando vi que estaba apunto de correrme, fui superior a mis fuerzas y paré. Me fui de nuevo al salón para no levantar sospechas.
Entonces mi cuñada salió del baño con una toalla, bastante corta por cierto, que le tapaba lo justo, incluso su tremendo culo se veía un poco por debajo de la toalla. Me dijo que esperara antes de entrar a que ella recogiera el baño, que se había dejado todo patas arriba.
Sin darle tiempo a recoger me metí en el baño para terminarme la paja, porque estaba ya que me iba a explotar y necesitaba correrme. Cerré la puerta me senté en la taza con los pantalones en los tobillos y me empecé a masturbar de nuevo. Vi las bragas de mi cuñada tiradas en el suelo enfrente de mí y las cogí mientras me pajeaba. Estaban empapadas de sudor. Despedían un olor espléndido, como a sudor, pis y algo dulce que todavía me excitaba más.
Estaba ya a punto de correrme, cuando llamaron a la puerta y me asusté. Por supuesto, era mi cuñada.
– ¡No me has dado tiempo a recoger!- me dice desde el otro lado.
– Ya… lo siento… es que no podía aguantarme-dije (además de verdad).
Esperé a oír sus pasos para seguir masturbándome, pero se hizo un silencio y me di cuenta que me estaba mirando por el mismo sitio por donde yo la espiaba. Entonces escuché un sobresalto. Seguramente se había dado cuenta de que me estaba masturbando oliendo sus bragas. Tampoco me pude terminar la paja.
Salí del baño como si nada y me fui al salón a seguir viendo la tele. Seguidamente mi cuñada, ya vestida y un poco sonrojada entró a recoger su ropa. Vio que sus bragas no estaban en el suelo, donde las había dejado ella, sino que estaban en el borde de la bañera. Entonces confirmó que las había cogido yo.
Cuando volvió estaba rojísima de vergüenza y no sabía que decir. Se tumbó en el sofá con las piernas flexionadas dejándome ver sus bragas debajo de su falda. No me corté y me quede mirándolas fijamente hasta que mi polla volvió a ponerse dura.
Mi cuñada me preguntó que si tenía el mando de la tele y al mirarme se dio cuenta del bulto que tenía debajo del pantalón. Me miró con los ojos como platos y noté como sus bragas se manchaban un poco.
¡Se estaba poniendo cachonda!
Para romper un poco el hielo me dijo:
– ¡Madre mía! ¡Como he sudado hoy! ¡Se me han mojado hasta las bragas!
– Ya noté cómo estaban, cuando las cogí para dejarlas en la bañera, jajaja
– ¿Y por qué las cogiste?, si apestaban un poco, jajaja – dijo ella
– Pues a mí me olieron bien – dije riéndome.
– ¿Las oliste?
– Sí, por curiosidad – dije.
– Bueno… que sepas que ya sabia que las habías olido, te vi por el marco de la puerta – dijo mi cuñada con una mirada pícara.
– ¿Y qué es lo que viste? – dije como haciéndome el sorprendido y como si no supiera nada
– Tú, oliendo mis bragas y haciéndote una paja – dijo ella- Al principio no sabía que tenías en la mano, pero luego supe que eran mis bragas cuando vi que no estaban donde yo las dejé
Me quede sin saber que hacer por cómo reaccionaría ella. Le expliqué que sí, que lo hice, pero que después me arrepentí y no me terminé la paja.
Acto seguido miré sus bragas y estaban más mojadas que antes. Se estaba poniendo súper cachonda de saber que me estaba pajeando pensando en ella
Al ver lo mojada que estaban sus bragas le dije en tono de broma:
– Pues vas a tener que volver a cambiártelas, porque estoy viendo que las estás volviendo a mojar
Al contrario de lo que esperaba, se echó a reír y me dijo que era un guarro y un mirón.
Entonces seguí al acecho.
– Antes de que te las cambies… ¿puedo olerlas? Seguro que huelen mejor que las otras – le dije.
– ¡Eres un guarro! ¿Cómo te puede gustar eso? – dijo ella con cara de picara.
– No sé… sólo curiosidad, ¿puedo? -volví a insistir.
– Vale cochino, huélelas – dijo arremangando su faldita mientras se ruborizaba un poco.
Me acerqué y pose mi nariz en su coño y empecé a aspirar fuerte. Veía sus pelitos saliendo de los lados de las bragas. Mi polla estaba durísima. Ya que estaba tan cerca de su coño, aproveche para apretar mi nariz contra él y a darle un pequeño mordisquito con mis labios por encima de sus bragas. Tenía ganas de comerle bien el coño. Ella dio un pequeño gemido de gusto.
Entonces me levanté y le dije que le olía a coño travieso y me reí. Al estar en pie ella claro su mirada en mi polla empalmada y me dijo que si me había puesto cachondo.
– Bueno….jejeje ¿no se nota? – dije.
– Vaya….polla….debes tener ¿no? – dijo ella sin dejar de mirarla.
– Compruébalo – dije sacándomela.
– Joooooder-exclamó ella – ¿y no quieres pajearte ahora? – me preguntó.
– Bueno….podríamos hacer otra cosa…¿y si me la chupas un poquito? – dije mientras le acercaba mi polla a su cara
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Ella se negó por eso de que su hermana era mi novia y eso y que si nos pillara se enfadaría mucho.
Entonces empecé a masturbarme delante de ella y ella se quitó sus bragas y me las dio. Rápidamente encontré ese gran olor en sus bragas, y pude ver que estaban algo húmedas.
Entonces me sentó en el sillón y me puso su coño en mi cara. Era ahora un coño caliente totalmente expuesto, esperando ser tocado y explorado.
Seguidamente se agachó y empezó a acariciarme la polla. Mientras me masturbaba, me estiré y empecé a jugar con su coño mojado. Extendí esos labios deliciosos, y encontré un hermoso clítoris también. Ella pudo alcanzar y sacar sus dos tetas, grandes y firmes, y sus pezones estaban duros y extendidos. Empecé a chuparle las tetas
Mientras procedía a chupar sus tetas, acaricié su coño con mi mano, y ella continuó masturbándome. Ambos parecíamos estar disfrutando de la masturbación mutua que estaba teniendo lugar.
Mientras me acariciaba la polla, podía sentir el calor de su mano en mi polla endurecida. Se dio cuenta de que yo no estaba lejos de correrme. Entonces me quitó sus bragas blancas de la mano y las envolvió alrededor de mi polla. Pude sentir la textura de sus bragas, y el firme agarre que tenía en mi polla, y empezó a acariciarla más rápido.
Luego se arrodilló en el suelo y continuó masturbándome. Mientras se llenaba las bragas con mi semen caliente, le di un beso en sus labios rojos, que sabían absolutamente bien. Mi mente comenzó a imaginar la sensación de poner mi polla en esa hermosa boca. Con suerte, eso sucederá en algún momento en el futuro.
Por ahora, estaba feliz con el hecho de que ella parecía disfrutar exponiendo su hermoso cuerpo ante mí, y que yo estaba disfrutando de la oportunidad de ver y sentir todos sus preciosos bienes. Por ahora, había explorado cada centímetro de su coño con varios de mis dedos, y le había metido el dedo índice en el culo, mientras liberaba pequeños sonidos de placer.
Sin decir nada más, se levantó y se bajó la falda, y volvió a poner sus tetas en su sujetador. Luego se arrodilló y se metió mi polla todavía húmeda en la boca, y procedió a limpiarme y a quitarme lo que quedaba de mi semen. Le dije que siguiera un poco mas y me guiñó un ojo y me dijo que eso sería a lo mejor en otro momento, que mi hermana estaba a punto de llegar.
Desde entonces, no paro de buscar oportunidades para que esa situación se repita y podamos seguir donde lo dejamos.
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Sin dudarlo un segundo se metió la polla en su boca, todo lo profundo que podía su garganta. Su cabeza subía y bajaba una y otra vez. Después de un rato, me cogió la polla con su mano y empezó a pajearme mientras me seguía acariciando el glande con su lengua.
Tenía unas ganas tremendas de follarla y correrme en ese coñito que tenía.
Le quité las bragas y mientras le cogía del culo con las dos manos me senté en el sillón para colocar su coño encima de mi polla y noté como ella con sus piernas hacía fuerza para meterla dentro.
Cada vez que la sacaba, me daba más y más gusto al meterla. Era una sensación que nunca había tenido.
Ella cabalgaba y gemía sin parar, mientras le chupaba las tetas. De repente, empezaron a temblarle las piernas y dejó chorrear toda su vagina con mi polla dentro.
Yo no pude aguantar y me corrí dentro de ella. Nunca he sentido tanto gusto en mi vida.
Mi novia estaba a punto de llegar. Sin decir nada más, se retiró al suelo, se bajó la falda, y volvió a poner sus tetas en su sujetador. Nos dimos un beso con lengua de despedida y me guiño el ojo diciendo que había sido uno de los mejores polvos de su vida y que a ver cuándo se vuelve a repetir.
Desde entonces, no paro de buscar oportunidades para que esa situación se repita y podamos seguir donde lo dejamos.
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